Niños tecnológicos

Hoy en día si no tienes cuantos más gadgets  mejor no eres nadie. Esto que para los adultos puede ser un signo de “distinción elitista” con el resto de los mortales, para los menores se puede convertir en un verdadero problema.

Hoy estamos en la plena revolución del mundo 2.0, en plena era de la que yo llamaría la nueva revolución tecnológica que es accesible para casi todo el mundo, donde los Smartphones, Tablet, Ordenadores personales, Consolas, etc,  marcan tendencias e incluso modos de vida. Donde el mundo Blogger tiene una importancia relevante en nuestras vidas y donde las redes sociales tienen un gran peso específico. Pero, existe un problema. Un problema que puede llegar a ser serio, los menores pueden convertirse en unos excluidos sociales. ¿Paradójico y exagerado? Pues yo creo que no.

El otro día, fui a buscar a mi hijo al instituto. Tiene 15 años y está a punto de cumplir los 16. En la puerta del Instituto, vi a unos chavales que se estaban enseñando los móviles y fardando entre ellos. Algunos llevaban terminales de más de 600 €, donde los iPhone y Samsung Galaxi S II (por citar un par de los más conocidos) eran la tónica general de lo que chavales de entre 14 y 16 años manejaban, si bien es cierto que no todos pero una gran mayoría llevaba terminales de última generación.

Siempre he creído firmemente que uno debe tener el terminal que cubra sus necesidades, no el último modelo específico de una gran marca conocida para intentar aparentar ser mejor y distinto a los demás. Puede ser cierto que el mundo, para los más jóvenes en particular, se mueve a través de las redes sociales y sus necesidades de terminales pasan por ahí.

Considero que nosotros, los padres, estamos incurriendo en un gran error. Yo como amante de la tecnología en general y de los Smartphones en particular, puedo entender que un chaval necesite un terminal al cual se le pueda instalar Facebook, Twitter, Tuenti, Google+ y cualquier otra aplicación de esta índole. Pero lo que no puedo entender es que los padres nos gastemos más de 600 € en un terminal que ni muchos de los padres llevan.

Las nuevas tecnologías están a nuestro servicio y al servicio educativo de nuestros hijos pero no al revés. Por poner el ejemplo de mi propio hijo, este ya no tiene libros de texto si no un laptop. Ya no tienen pizarra convencional, la de tiza de toda la vida, sino una pizarra digitalizadora. Los deberes los hacen en laptop y los envían a los profesores por mail y estos los corrigen y les dan la nota por la misma vía. Esto está bien, entre otras cosas para evitar que los niños lleven encima mochilas de 15 kilos como en nuestra época. Este es un ejemplo de tecnología aplicada a nuestro servicio.

Pero claro, los chavales también demandan cámaras digitales, consolas, consolas portátiles, MP4 para escuchar su música favorita, TV de plasma para su cuarto, reproductores Blu Ray y cuantos gadgets vean en los anuncios y sobre todo en sus amigos y/o compañeros de colegio, y sobre todo un PC cuanto más potente mejor.

¿Son necesarios todos estos gadget para que un menor sea feliz? Los que ya tenemos una edad nos hemos criado con una cuarta parte de lo que ellos poseen. No hacíamos quedadas virtuales a través de la red social de moda, no nos mandábamos SMS para quedar, no nos pasábamos horas en las consolas jugando, no mirábamos la TV más de lo necesario, no consumíamos publicidad a todas horas que nos incitaba a pensar que si más teníamos más valíamos y seriamos más felices. Sencillamente éramos niños. Jugábamos en la calle a canicas, jugábamos al futbol, nos sentábamos en los parques a charlar un rato con nuestros amigos. Todavía recuerdo cuando mi padre le decía a una de mis hermanas “cuelga ya el teléfono que llevas cinco minutos” jajaja.

Hoy, los niños no saben lo que es jugar en la calle, sobre todo en las grandes ciudades. Hoy los niños no charlan entre ellos a no ser que se haga en una red social. Muchos de ellos no conocen el olor de un libro recién impreso.  Si los ves en una plaza charlando, muchos de ellos están con el móvil entre las manos chateando con otros que no están allí.

Nosotros no teníamos tantas cosas materiales, pero seguramente nos relacionábamos con otros niños más que ahora y siempre teníamos algún arañazo o moratón para narrar nuestras hazañas. No es que fuésemos más felices, éramos simplemente niños.

La tecnología en general debe estar a nuestro servicio y no al revés. En las llamadas sociedades de consumo, se está cada vez más incurriendo en el error de crear “esclavos de las nuevas tecnologías” y a través de ellos inculcar a muchos de nosotros y a nuestros menores que si no tenemos lo último no somos nadie.

Hoy nuestros menores creo que se han convertido en niños tecnológicos, con todas las ventajas e inconvenientes que eso conlleva…

Publicado en: verescreer

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